viernes, 17 de diciembre de 2010



Una amapola para recordar
Adriana Braniff | Opinión
Jueves 11 de Nov., 2010 | Hora de modificación: 00:52


La Primera Guerra Mundial terminó a las 11 de la mañana, el día 11, del onceavo mes de 1918. Han pasado 92 años desde que se firmó la paz, el día del Armisticio.

Quizá para muchos de nosotros esa fecha pasa desapercibida. No es el caso aquí en Canadá, donde es común que las personas tengan algún veterano de guerra en su familia.

El 11 de noviembre es un día feriado y se le conoce como el Rememberance Day, el Día del Recuerdo. Cada año, desde 1919, hay un minuto de silencio en todo el país, y en cada escuela, en cada provincia, en cada pequeño pueblo, se lleva a cabo una ceremonia para recordar a todos aquellos que participaron en La Gran Guerra. Se recuerda lo sucedido y se pregona el que no se permita que suceda una destrucción igual. Sin embargo, aun cuando en aquella época se pensó que una masacre a tan gran escala no volvería a suceder, estalló la Segunda Guerra Mundial en 1939 para durar hasta 1945. Y más tarde las tropas canadienses volvieron a luchar en la Guerra de Corea, de 1950 a 1953. Incluso hoy en día hay tropas canadienses en Afganistán. A todos los caídos en esas guerras, soldados o civiles, se honra y recuerda en este país, el 11 de noviembre.

En prácticamente todo lugar público, la semana del 5 al 11 de noviembre, semana de los veteranos, se reparten, previa voluntaria donación, flores de plástico rojas que la gente coloca a la altura de su corazón. Se trata de una amapola, “poppy” la llaman aquí, que floreció de manera salvaje en los campos donde murieron los soldados durante la Primera Guerra Mundial, en las desoladas tierras de Bélgica y Francia, donde se libraron las últimas batallas.

Desde entonces la amapola se convirtió en el símbolo del sacrificio que hicieron, y podemos decir que florece cada noviembre en la solapa de todos los canadienses. El dinero recaudado con las donaciones es una fuente de ingreso para los excombatientes de la guerra y sus familias.

En toda escuela de este país se realizan ceremonias donde es común que algún veterano de guerra porte su uniforme y comparta su historia con los estudiantes. Civiles que vivieron los horrores de la guerra también platican sus vivencias en estas fechas. “El promedio de vida para un joven saludable que llegara a Auschwitz era de seis semanas”, recordaba un sobreviviente del Holocausto, el que fuera marcado con el numero 151535, frente a un público de jóvenes reunidos en uno de tantos auditorios escolares.

Coronas de hojas se colocan en monumentos públicos y cementerios, y la gente las adorna con sus amapolas. Es un gran tributo el que se rinde a los militares que lucharon bajo la bandera de este país. En los periódicos se leen desplegados de agradecimiento a aquellos que ofrecieron sus vidas en batalla. Se respira un gran respeto y admiración por las fuerzas armadas. Los veteranos salen a las calles luciendo sus uniformes y medallas.

Es el Día del Recuerdo en Canadá.

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